Botón omitir
¡El producto está ahora en la cesta de la compra!
Emberek

Lael Wilcox: con los pies en la tierra con Birkenstock.

Esta superciclista de Alaska encuentra el apoyo que necesita en nuestra plantilla.

Lael Wilcox es una de las mejores ciclistas de ultrarresistencia del mundo. A los 20 años, comenzó a recorrer el mundo en bicicleta. A lo largo de su camino, ha derribado barreras y ha elevado el listón de lo que un ser humano puede conseguir sobre una bicicleta. En la bicicleta de Lael , nunca faltan sus BIRKENSTOCK.

Lael Wilcox es una de las mejores ciclistas de ultrarresistencia del mundo. A los 20 años, comenzó a recorrer el mundo en bicicleta. A lo largo de su camino, ha derribado barreras y ha elevado el listón de lo que un ser humano puede conseguir sobre una bicicleta. En la bicicleta de Lael , nunca faltan sus BIRKENSTOCK.

«Las carreras de ultrarresistencia están plagadas de altibajos... Hay momentos de alegría y belleza, pero también de dolor».

LAEL WILCOX

De pequeña, a Lael Wilcox, esta atleta de ultrarresistencia de Alaska, nunca le gustaron mucho las bicis. Le gustaba más jugar al baloncesto y al fútbol, o correr. De hecho, no descubrió el ciclismo hasta que se lesionó el talón de Aquiles trabajando de camarera en Anchorage, su lugar de origen. Como ya no podía practicar los deportes que le gustaban y tampoco tenía carné de conducir, comenzó a pedirle prestada su bicicleta a su madre para poder desplazarse. Y, de repente, todo cambió.

«Pensé que si podía moverme por mi zona montada en ese chisme, seguro que podría llevarme más lejos», rememora. «La bicicleta me proporcionó un sentimiento de libertad enorme». Dos meses más tarde, decidió poner en práctica su teoría y recorrer 3000 km en bicicleta, de Montreal a Florida. Recorría hasta 100 km al día y por la noche acampaba en parques públicos. El cicloturismo resultó ser la solución ideal para una estudiante deseosa de conocer mundo con un presupuesto limitado.

De pequeña, a Lael Wilcox, esta atleta de ultrarresistencia de Alaska, nunca le gustaron mucho las bicis. Le gustaba más jugar al baloncesto y al fútbol, o correr. De hecho, no descubrió el ciclismo hasta que se lesionó el talón de Aquiles trabajando de camarera en Anchorage, su lugar de origen. Como ya no podía practicar los deportes que le gustaban y tampoco tenía carné de conducir, comenzó a pedirle prestada su bicicleta a su madre para poder desplazarse. Y, de repente, todo cambió.

«Pensé que si podía moverme por mi zona montada en ese chisme, seguro que podría llevarme más lejos», rememora. «La bicicleta me proporcionó un sentimiento de libertad enorme». Dos meses más tarde, decidió poner en práctica su teoría y recorrer 3000 km en bicicleta, de Montreal a Florida. Recorría hasta 100 km al día y por la noche acampaba en parques públicos. El cicloturismo resultó ser la solución ideal para una estudiante deseosa de conocer mundo con un presupuesto limitado.

Tras este viaje, Lael se dedicó a recorrer el mundo montada en su bicicleta durante los siete siguientes años. Trabajaba durante seis meses en hostelería o en otros trabajos de temporada, y se pasaba el resto del año montada en su bicicleta. Las innumerables personas, experiencias y lugares que conoció en el camino le proporcionaron valiosas lecciones de vida. «Montar en bicicleta me ha enseñado a mantener una actitud positiva en tiempos de adversidad», explica. «Me ha enseñado a aceptar los momentos difíciles. Me ha hecho más resiliente. Anhelo la libertad de poderme mover a mis anchas impulsada únicamente por mi propio esfuerzo y me siento agradecida de poder pasar tiempo en la bici».

Tras este viaje, Lael se dedicó a recorrer el mundo montada en su bicicleta durante los siete siguientes años. Trabajaba durante seis meses en hostelería o en otros trabajos de temporada, y se pasaba el resto del año montada en su bicicleta. Las innumerables personas, experiencias y lugares que conoció en el camino le proporcionaron valiosas lecciones de vida. «Montar en bicicleta me ha enseñado a mantener una actitud positiva en tiempos de adversidad», explica. «Me ha enseñado a aceptar los momentos difíciles. Me ha hecho más resiliente. Anhelo la libertad de poderme mover a mis anchas impulsada únicamente por mi propio esfuerzo y me siento agradecida de poder pasar tiempo en la bici».

LAEL WILCOX

En 2014, mientras todavía trabajaba en el restaurante de Anchorage, Lael se apuntó a su primera carrera de ultrarresistencia. Esta carrera por carretera de 400 millas, que comenzaba en su estado natal, era una prueba clasificatoria para una carrera mucho más importante que se celebraba a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Careciendo de experiencia alguna y siendo la única mujer del evento, Lael ya lideraba la carrera por 40 km en la primera jornada. Completó el recorrido de 400 millas con un espectacular tiempo de 27 horas, quedando segunda en la clasificación, a tan solo 12 minutos del ganador. Aunque resultó una dura experiencia, Lael se dio cuenta de que no se encontraba especialmente cansada después de la carrera. Además de superar sus propias expectativas, aprendió mucho de ese deporte durante el proceso. «Las carreras de ultrarresistencia están plagadas de altibajos», comenta. «Todo cambia constantemente: la meteorología, el terreno, mis sentimientos. Forma parte de la aventura. Hay momentos de alegría y belleza, pero también de dolor».


Éste fue el comienzo de una brillante carrera plagada de éxitos en la que ha llegado a proclamarse Campeona del Mundo. Con el tiempo, se ha convertido en la primera mujer (y en la primera persona norteamericana) en ganar la carrera Trans Am de 4200 millas. También ha batido varios récords en ruta tanto en la contrarreloj femenina de la Baja Divide como en la de la Tour Divide. A la vez que ha trazado su propio destino, Lael también ha tenido ocasión de volver a sus orígenes y de poner en marcha el programa GRIT, que pretende empoderar a la siguiente generación de mujeres cicloturistas.

En 2014, mientras todavía trabajaba en el restaurante de Anchorage, Lael se apuntó a su primera carrera de ultrarresistencia. Esta carrera por carretera de 400 millas, que comenzaba en su estado natal, era una prueba clasificatoria para una carrera mucho más importante que se celebraba a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Careciendo de experiencia alguna y siendo la única mujer del evento, Lael ya lideraba la carrera por 40 km en la primera jornada. Completó el recorrido de 400 millas con un espectacular tiempo de 27 horas, quedando segunda en la clasificación, a tan solo 12 minutos del ganador. Aunque resultó una dura experiencia, Lael se dio cuenta de que no se encontraba especialmente cansada después de la carrera. Además de superar sus propias expectativas, aprendió mucho de ese deporte durante el proceso. «Las carreras de ultrarresistencia están plagadas de altibajos», comenta. «Todo cambia constantemente: la meteorología, el terreno, mis sentimientos. Forma parte de la aventura. Hay momentos de alegría y belleza, pero también de dolor».


Éste fue el comienzo de una brillante carrera plagada de éxitos en la que ha llegado a proclamarse Campeona del Mundo. Con el tiempo, se ha convertido en la primera mujer (y en la primera persona norteamericana) en ganar la carrera Trans Am de 4200 millas. También ha batido varios récords en ruta tanto en la contrarreloj femenina de la Baja Divide como en la de la Tour Divide. A la vez que ha trazado su propio destino, Lael también ha tenido ocasión de volver a sus orígenes y de poner en marcha el programa GRIT, que pretende empoderar a la siguiente generación de mujeres cicloturistas.

Creado e impulsado por Lael, el programa GRIT permite a niñas de entre 12 y 13 años, sin experiencia alguna en ciclismo y procedentes de familias con bajos ingresos de Anchorage, pedalear juntas durante seis semanas. La experiencia culmina con un recorrido de 60 millas y tres días de duración en el que las niñas viajan desde su propia escuela hasta adentrarse en la naturaleza portando todo lo que necesitan. El programa ha sido todo un éxito y Lael ha tenido la oportunidad de comprobar de primera mano el impacto que el programa tiene sobre las jóvenes. «Sin duda alguna, se trata del reto físico más exigente al que se han enfrentado, y es muy gratificante ver cómo crece su confianza poquito a poco», explica. «Es la oportunidad perfecta para hacer buenos amigos, pasártelo bien y aprender a creer en ti misma. A las niñas les encanta volver al año siguiente para ayudar a las más pequeñas. Es emocionante ver cómo ellas mismas se convierten en mentoras».

Creado e impulsado por Lael, el programa GRIT permite a niñas de entre 12 y 13 años, sin experiencia alguna en ciclismo y procedentes de familias con bajos ingresos de Anchorage, pedalear juntas durante seis semanas. La experiencia culmina con un recorrido de 60 millas y tres días de duración en el que las niñas viajan desde su propia escuela hasta adentrarse en la naturaleza portando todo lo que necesitan. El programa ha sido todo un éxito y Lael ha tenido la oportunidad de comprobar de primera mano el impacto que el programa tiene sobre las jóvenes. «Sin duda alguna, se trata del reto físico más exigente al que se han enfrentado, y es muy gratificante ver cómo crece su confianza poquito a poco», explica. «Es la oportunidad perfecta para hacer buenos amigos, pasártelo bien y aprender a creer en ti misma. A las niñas les encanta volver al año siguiente para ayudar a las más pequeñas. Es emocionante ver cómo ellas mismas se convierten en mentoras».

«Hay muchas otras cosas de las que podría prescindir, pero siempre le hago un hueco a las sandalias».

LAEL WILCOX

Junto con su innegable coraje, determinación y agudo sentido de la aventura, las Birkenstock de Lael también han sido unas fieles compañeras en sus épicos viajes. «Cuando llego al campamento, mis Birkenstock son imprescindibles», comenta. «Después de pasar todo el día en la bici o aunque pare solo un rato para hacer una pausa, lo primero que hago es quitarme las zapatillas de pedalear y ponerme las Birkenstock. Hay muchas otras cosas de las que podría prescindir, pero siempre le hago un hueco a las sandalias».

Las sandalias simbolizan la alegría y la satisfacción que siente al culminar una larga carrera. «Calzarme las Birkenstock tiene una función real. Me conectan con la tierra. Hacen que parar para acampar signifique mucho más que poner una tienda de campaña. Cuando me las pongo, sé que el esfuerzo ha terminado y que ha llegado el momento de descansar».

Junto con su innegable coraje, determinación y agudo sentido de la aventura, las Birkenstock de Lael también han sido unas fieles compañeras en sus épicos viajes. «Cuando llego al campamento, mis Birkenstock son imprescindibles», comenta. «Después de pasar todo el día en la bici o aunque pare solo un rato para hacer una pausa, lo primero que hago es quitarme las zapatillas de pedalear y ponerme las Birkenstock. Hay muchas otras cosas de las que podría prescindir, pero siempre le hago un hueco a las sandalias».

Las sandalias simbolizan la alegría y la satisfacción que siente al culminar una larga carrera. «Calzarme las Birkenstock tiene una función real. Me conectan con la tierra. Hacen que parar para acampar signifique mucho más que poner una tienda de campaña. Cuando me las pongo, sé que el esfuerzo ha terminado y que ha llegado el momento de descansar».

Contact Customer Service