LOS NIÑOS NECESITAN UNOS PIES SANOS

Los bebés tienen los pies más bonitos del mundo. Y los más sanos. El 98 % de los niños nacen con los pies perfectos. Y, sin embargo, de adultos, solo el 30 % conseguimos mantenerlos así. ¿Qué pueden hacer los padres y las madres para garantizar que los pies de sus hijos se desarrollan correctamente?

Los pies de los niños no son una versión en miniatura de los pies de los adultos. Los bebés presentan unas gruesas almohadillas de grasa bajo la planta del pie y, durante los tres primeros años de vida, sus pies son casi planos. Al dar sus primeros pasos, los bebés comienzan a andar con una especie de «bamboleo» y las piernas ligeramente arqueadas. Su nueva posición erguida y el peso que soportan los pies producen cambios en el cartílago y en las articulaciones, que, poco a poco, van formando arcos longitudinales y transversales. El complejo pie de un adulto se desarrolla por completo al llegar a la pubertad.

Los pies de los niños se deforman con facilidad, porque están en constante desarrollo. Esto hace que sean especialmente vulnerables a un calzado que no es de su talla. El 12 % de los niños en edad preescolar presenta una postura incorrecta en los pies. Por norma general, esto se debe a que sus pies crecen tan deprisa que el calzado se les queda pequeño enseguida. Esto hace que «encojan» los dedos. Sin embargo, cuando optamos por comprarles unos zapatos «crecederos» con toda nuestra buen intención, también estamos haciendo que nuestros hijos lleven los pies encogidos, y es que el niño se ve obligado a utilizar la fuerza de sus músculos para sujetar un zapato que le queda grande.